EL POEMA NUMERO DIECIOCHO DE TRILCE
UNA EVOCACIÓN
Cuando
mueras, y seas aire de sonrisa dulce prendida a mi infancia; y la
calle en la que está tu casa cambie. Y desaparezca el balcón de
geranios desde donde veías pasar la cabalgata de septiembre, yo les
contaré a todos, lo que perdiste en la guerra.
Perdiste tres
cosas. La primera fue con los bebés, con cada noche velando por sus
pulmones. Con cada tarde que les regañabas que no se comieran las
tizas del maestro. Con cada aliento que les regalabas de tu pecho.
La
segunda, con cada carta que revisaban; envuelta en un paño
almidonado, con un trozo de pan y un racimo de uvas. Con cada palabra
que imaginabas que tu padre decía desde la cárcel. Cada palabra de
tus hermanos tan lejos.
La tercera, con cada lágrima que no
derramaste, mientras el guardia te cortaba con una navaja los
mechones de tu pelo anaranjado. Con cada grito que te arrojaba,
porque no te sabías el himno. Con cada vecino que se dio la vuelta.
Con cada mañana que ibas a recoger sobras, con tu pañuelo oscuro en
la cabeza.
Isabel Simón
Inspirado en Trilce, César Vallejo.
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