lunes, 1 de noviembre de 2021

Orwell y Marta


Hace pocos días fui a un centro comercial muy conocido del sur de Madrid. Los que vivimos en esta parte de la comunidad, nos vemos cada vez más obligados a acudir a estos lugares. Amén de que nuestros barrios ya tienen menos comercios y en ocasiones, para encontrar algo aunque sea básico, debemos ir. (Cuánto me acuerdo de los capítulos sobre "gentifricación" de mi adorada serie de dibujos South Park, cuánto me hacen reir).

Sobre mi cabeza, de repente, este letrero, me resultó tan perverso...200 cámaras, que por lo visto, nos cuidan. Todos sabemos (o deberíamos) que el Neolenguaje se emplea con intensidad desde hace más de cincuenta años, sin embargo, han sido en estos últimos cinco años, donde ha ido anindando en todas partes con un grado capcioso tal, que resultaría de carcajada si no fuera por lo que nos influencia y por lo habitual que la gente ya lo percibe. 
Me vino a la memoria un estracto del libro de Marta Peirano, "El enemigo conoce el sistema" y lo transcribo tal cual:
 "Cuando se constituyó la Unión Europea estableció enero de 1998 como fecha límite para la liberalización de las telecomunicaciones, com prórrogas para España, Portugal, Grecia e Irlanda (el pobre Sur siempre)
Eran los países más afectados por la grave crisis eocnómica de 1993. El notorio informe de Martin Bangemann, comisario responsable del área de Telecomunicaciones de Europa, aseguraba que privatizar era la única vía hacia el progreso (Neolenguaje sin pudor queridos seguidores de Infinita Dabar). Las administraciones públicas no podían seguir sufragando el desarrollo de la tecnología sin robar recursos a la cultura, la educación o la sanidad, argumentaba el informe. Tampoco podían desangrar a la sociedad civil con nuevos impuestos.  (Qué grado de maledicencia).Por otra parte, los países de la Unión Europea no podían permitirse quedarse en la cuneta de la autopista de la información. Había que privatizar las operadoras estatales y hacer que compitieran entre ellas, por el bien del consumidor. Después de firmarlo, en 1997, Martin Bangemann se incorporaba al consejo de administración de Telefónica, que José María Aznar acababa de privatizar sin pasar por el Congreso. En honor a la verdad, para entonces al Estado solo le quedaba un 20,9 por ciento de la empresa pública. En 1995, Felipe González, ya le había vendido la división de instalaciones de telecomunicaciones Sintel, con filiales en América Latina y äfrica, a la familia cubano-estadounidense MAs Canosa, dueña de MasTec. Vendió la máquina de instalar cable por cuatro mil novecientos millones de pesetas un año después de haber invertido cinco mil millones de dinero público y en la antesala de la burbuja del cable. La compañía de Mas Canosa ahora está en la lista de los 500 de Fortune y acaba de ganar un contrato de quinientos millones de dólares para reconstruir la red que destruyeron los huracanes en Puerto Rico en el pasado 2017."

 Muchos consideran a Orwell un visionario con su 1984. Y lo cierto, es que los que hemos estudiado a fondo su obra y su biografía sospechamos que lo que con él sucedió es que fue un hombre muy bien informado y trató de avisarnos. 
Con este párrafo citado, creo que se demuestra que su novela, ha sido rebasada con creces.
La realidad supera siempre a la ficción y él lo sabía.
Mirad los letreros por encima de vuestras cabezas si no, pura literatura de terror.

Isabel Simón

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